El gobierno de Javier Milei ha convertido la etiqueta de "el dólar a $1.000", el piso de la banda cambiaria establecida por el Fondo Monetario Internacional (FMI), en el núcleo de su narrativa económica.
Esta meta, que busca sedimentar la idea de un peso robusto y un frente financiero estabilizado, se apoya en un discurso que podría calificarse como "desinflación retórica", una narrativa optimista que promete una especie de apreciación cambiaria y una caída sostenida de la inflación, pero que aún no encuentra un respaldo sólido en los datos económicos.
La estrategia, diseñada para cumplir con las exigencias del FMI sin transgredir las restricciones del acuerdo, revela las tensiones entre las ambiciones del Ejecutivo y las dinámicas del mercado, mientras el Banco Central de la República Argentina (BCRA) enfrenta limitaciones en sus herramientas de intervención.
El acuerdo con el FMI, firmado en abril de 2025, definió una banda cambiaria que permite al dólar oficial fluctuar entre $1.000 y $1.400, con ajustes mensuales del 1%. El Gobierno insiste en llevar el tipo de cambio al piso de esta banda, un nivel que, según el ministro Luis Caputo, refleja la fortaleza del peso tras la salida del cepo cambiario. -
Sin embargo, el dólar oficial se mantiene cerca de $1.150, mientras los dólares financieros, como el MEP, cotizan en esa línea. Una restricción clave del acuerdo es que el BCRA solo puede vender dólares si el tipo de cambio alcanza el techo de $1.400 (aunque debería comprar divisas adentro de la misma), lo que limita su capacidad para empujar el dólar hacia el piso. Esta limitación, que el Gobierno parece comprometido a respetar, ha impulsado el diseño de estrategias alternativas para atraer divisas.
La obsesión por el dólar a $1.000 no es solo económica, sino también política. Milei ha prometido una economía donde "sobren los dólares", proyectando confianza en un modelo basado en ajuste fiscal, desregulación y apertura al capital extranjero. Sin embargo, la advertencia está servida: mantener el tipo de cambio en el piso de la banda generará un atraso cambiario, perjudicando la competitividad de los sectores exportadores. La Unión Industrial Argentina (UIA) ha señalado que un tipo de cambio real bajo complica la capacidad de las industrias para competir en el mercado global, un riesgo que la narrativa oficial tiende a subestimar.
Para cumplir con las restricciones del FMI, el BCRA, bajo la dirección de Santiago Bausili, ha prometido acumular reservas. Sin embargo, el detalle es que el Gobierno piensa comprar dólares sólo en el piso de la banda, una práctica que refuerza la meta de $1.000 sin violar, del todo, el acuerdo. Las reservas, fortalecidas por un desembolso inicial de u$s12.000 millones del FMI, son el pilar de esta estrategia. No obstante, la acumulación de divisas depende de la entrada de dólares frescos, un desafío en un contexto de exportaciones estancadas y alta demanda de importaciones. Para abordar esto, el Gobierno planea replicar el éxito del blanqueo de 2024, que atrajo u$s21.000 millones, con un "Blanqueo 2.0" diseñado para repatriar capitales no declarados y sostener la oferta de divisas.
La narrativa de la "desinflación retórica" se sustenta en afirmaciones ambiciosas, como la de Milei o la del ministro Luis Caputo, quien sostiene que Argentina está en un proceso de desinflación "hace meses" y que el dólar puede cotizar por debajo incluso de los $1.000. Esta declaración contrasta con el índice de inflación de marzo de 2025, que registró un 3,7%, superando las expectativas del mercado.
El Gobierno ha descubierto que no sólo la estabilidad podría traerle beneficios políticos: la desinflación, desde el pico de 3,7% de marzo, puede ofrecerle otra variante, descendente, para llegar a las elecciones con un nivel que se ubique por debajo del 1%, por supuesto mediante la transacción de dejar para más adelante los incrementos proyectados, una especie de inflación reprimida. Sin embargo, según FocusEconomics, la inflación proyectada para 2025 es del 42,9%, un nivel que cuestiona la sostenibilidad del discurso desinflacionista y la viabilidad de un tipo de cambio tan bajo .(...)
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