El último informe del Organismo Internacional de Energía Atómica confirma que Irán aumentó su stock de uranio enriquecido al 60%, una cantidad suficiente para producir múltiples armas nucleares si se refina a grado militar. Aunque no hay evidencia de un programa activo de armamento, Teherán sigue sin proporcionar respuestas técnicas creíbles al OIEA. La tensión escala mientras avanzan lentamente las negociaciones con EE.UU., y la disuasiva ambigüedad del programa nuclear iraní vuelve a cobrar protagonismo.
El hallazgo técnico: uranio cerca de grado armamentístico El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) encendió nuevamente las alarmas globales tras la publicación de su informe confidencial del 31 de mayo. En el documento, la agencia confirma que Irán ha acumulado 9.247,6 kilogramos de uranio enriquecido, incluidos más de 400 kg al 60% de pureza, un nivel técnico que lo deja a escasos pasos del grado armamentístico del 90%.
Según las métricas del propio OIEA, con ese volumen Irán podría producir material fisible suficiente para al menos nueve o diez armas nucleares, si decidiera continuar con el enriquecimiento. La agencia también advirtió que, a la velocidad actual, Irán podría alcanzar el umbral para una bomba en menos de dos semanas, aunque no hay evidencia directa de que haya tomado esa decisión. El dato es aún más preocupante dado que ningún otro país sin armas nucleares produce uranio al 60%. Esto convierte a Irán en un caso atípico, que desafía directamente las normas del régimen de no proliferación.
Fallas de cooperación y sospechas sobre sitios nucleares secretos
Además del incremento en la acumulación de material, el informe incluye una evaluación integral —requerida por los miembros de la Junta en 2024— sobre la investigación a cuatro sitios no declarados: Lavisan-Shian, Varamin, Marivan y Turquzabad. En los tres primeros, el OIEA detectó actividades nucleares que involucraron material no declarado y, en el caso de Turquzabad, rastros recientes hasta 2018.
La agencia concluyó que Irán llevó adelante un programa nuclear estructurado no declarado hasta comienzos de los años 2000, y que retuvo equipo contaminado y material desconocido hasta al menos 2018. Además, Teherán habría saneado estos sitios deliberadamente antes de permitir inspecciones, lo cual dificulta enormemente la trazabilidad.
Pese a múltiples pedidos, Irán no ha proporcionado respuestas técnicas creíbles ni acceso satisfactorio a los sitios bajo investigación, lo que refuerza la tesis de que sigue sin cumplir con sus obligaciones de salvaguardias bajo el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP). No obstante, el OIEA aclara que no hay evidencia actual de un programa activo de armamento nuclear, un matiz relevante para la continuidad del proceso diplomático.
Las negociaciones con EE.UU. bajo presión diplomática
Desde el 12 de abril, Washington y Teherán vienen sosteniendo negociaciones indirectas con el objetivo de establecer un nuevo marco de entendimiento nuclear. El presidente Donald Trump ha afirmado que las conversaciones “avanzan bien” y su enviado especial, Steve Witkoff, presentó una propuesta formal al régimen iraní.
Sin embargo, el informe del OIEA amenaza con descarrilar ese proceso. Diplomáticos europeos ya anticiparon que, de no haber cooperación plena por parte de Irán, se impulsará una resolución de no cumplimiento en la próxima reunión de la Junta de Gobernadores, prevista para el 9 de junio. Tal resolución podría sentar las bases para un eventual “snapback” de sanciones en el Consejo de Seguridad de la ONU, cuya ventana legal expira en octubre.
Tal como expuso Laurence Norman en The Wall Street Journal, cualquier sanción adicional o resolución agresiva podría ser vista por Irán como una provocación, y dar lugar a represalias como el aumento del enriquecimiento o la reducción de los controles del OIEA. De hecho, Teherán ya advirtió que consideraría retirarse del TNP si se lo somete a nuevas presiones internacionales.