Desde que comenzó el conflicto armado en Gaza, el papa se preocupó de llamar regularmente a los palestinos refugiados en una pequeña parroquia católica de Gaza. Su atención fue una luz de esperanza para la comunidad.
En medio de los intensos bombardeos israelíes, el desplazamiento y la devastación, había un rayo de esperanza casi diario en la parroquia de la Sagrada Familia, en Ciudad de Gaza. Era una llamada telefónica que llegaba cada tarde desde Roma. Al otro lado de la línea estaba nada menos que el papa Francisco, quien expresaba así su preocupación por un pequeño rebaño de cristianos palestinos refugiados en la iglesia.
"El papa Francisco estuvo en permanente contacto”, dice a DW George Anton, quien se encuentra con su familia en el lugar. "Desde el comienzo de la guerra hasta el día antes de su muerte, estuvo presente a diario en nuestras vidas”, recuerda. "Nunca nos olvidó”.
Gabriel Romanelli, el sacerdote argentino que sirve en la parroquia, cuenta que si bien los cortes de electricidad eran constantes, el papa entregaba algo de luz por medio de su llamado, que era una muestra de atención por esa comunidad en medio de una ciudad devastada.
DW