Alejandra “Locomotora” Oliveras fue internada este lunes por la mañana tras sufrir un accidente cerebrovascular isquémico. La exboxeadora, campeona mundial e influencer, fue hallada en su domicilio de la localidad santafesina de Santo Tomé con un síndrome confusional y pérdida de movilidad en el lado izquierdo del cuerpo. El episodio generó preocupación no solo por su estado de salud —que se mantiene reservado— sino porque plantea una pregunta que muchas veces se minimiza: ¿puede una persona sana, sin antecedentes ni factores de riesgo, sufrir un ACV?
A los 47 años, con una vida marcada por el deporte y sin diagnósticos previos de jerarquía, Oliveras fue trasladada de urgencia al Hospital José María Cullen de la ciudad de Santa Fe, donde permanece en terapia intensiva. Según el parte médico, se confirmó que el cuadro es un ACV isquémico, y la evolución en las primeras 48 horas es clave.
El accidente cerebrovascular (ACV) puede parecer un riesgo lejano para quienes no tienen antecedentes, pero la evidencia médica muestra lo contrario: puede afectar a personas jóvenes, activas e incluso con hábitos saludables. De hecho, cada vez se registran más casos en menores de 50 años, y la clave está en la detección temprana y la prevención activa.
Principales señales de alerta (según la OMS y entidades neurológicas):
- Pérdida repentina de fuerza o sensibilidad en la cara, el brazo o la pierna, especialmente de un lado del cuerpo.
- Dificultad para hablar o entender lo que se dice.
- Pérdida de visión en uno o ambos ojos. Mareos, pérdida de equilibrio o coordinación.
- Dolor de cabeza súbito, intenso y sin causa aparente.
Ante cualquiera de estos síntomas, se debe acudir de inmediato a un centro médico. El tiempo es crucial.
¿Y si no tengo factores de riesgo?
Tener presión arterial normal, no fumar, hacer actividad física o llevar una dieta equilibrada reduce las posibilidades, pero no elimina el riesgo. El estrés crónico, la predisposición genética o eventos puntuales (como intervenciones quirúrgicas recientes o traumatismos previos) pueden contribuir al desarrollo de un cuadro cerebrovascular.
En el caso de Oliveras, aunque el parte oficial aclara que no tenía antecedentes relevantes, se mencionó una cirugía reciente (mamaria) y una vida de alta exigencia física como boxeadora profesional. Si bien no hay evidencia directa que vincule los golpes con los ACV, sí existen estudios que analizan el impacto neurológico a largo plazo en deportes de contacto.
¿Se puede prevenir un ACV?
Sí, y en gran medida. Las recomendaciones de especialistas coinciden en estos ejes:
- Controlar la presión arterial: es el principal factor de riesgo silencioso.
- Evitar el tabaquismo y el sedentarismo.
- Monitorear el colesterol y la glucosa en sangre.
- Gestionar el estrés, especialmente en entornos de alta exigencia física o emocional.
- Hacerse chequeos preventivos, incluso sin síntomas evidentes.
Que una mujer fuerte, deportista y con visibilidad pública como Alejandra Oliveras sufra un ACV sin antecedentes previos sacude ciertas creencias instaladas: que esto solo le pasa a personas mayores, sedentarias o enfermas. Su caso no solo preocupa por su salud, sino que invita a mirar más allá del rendimiento físico y entender que la prevención es una herramienta que todos —sin excepción— deberíamos incorporar. A la espera de su evolución, el episodio deja una señal de alerta: el cuerpo avisa, pero hay que saber escucharlo. Y actuar a tiempo.